Y Scherezade besó las manos del rey, colocó sus pies sobre su regazo y comenzó. Contaba tan deliciosas y hermosas historias, que el rey y la hermana pequeña la escuchaban fascinados y se olvidaron del tiempo. En cuanto una narración llegaba a su fin, enseguida comenzaba Scherezade con otra nueva, hasta que vio afuera las primeras luces del amanecer. Noche tras noche, Scherezade va narrando un cuento al rey y de ese modo salva su vida. Así comienza un fascinante viaje al mágico mundo de Oriente, primorosamente ilustrado y narrado con pasión.