Todo el mundo sabe que no se puede alimentar a
los animales con plantas muertas por rayo de luna
en la noche de difuntos. Pero Bernardo, cuando
nadie lo veía, se las echó a los pollos que iban para
el matadero. A partir de entonces, sucedieron en el
pueblo cosas muy extrañas...
El humor es la herramienta más útil para superar
el miedo y quitarle hierro a temas difíciles (como
la muerte). Esta historia, delirante e irreverente,
burla toda convención sobre la vida y el mundo
del más allá para zambullirnos en una carcajada
de inicio a fin. Una surrealista aventura de zombis
protagonizada por la comunidad avícola del lugar.