Clásico de la historia del arte, La revolución del arte moderno analiza el surgimiento de la contemporaneidad estética a partir de los cuatro fenómenos primarios que determinaron la revolución artística de principios del siglo xx: el afán de pureza, que da lugar a la pintura abstracta y a la arquitectura sin ornamento; la fascinación por la geometría, que se manifiesta en el cubismo; la fascinación por el lado onírico e irracional del ser humano, típica del surrealismo; y la búsqueda de lo original, una tendencia propia del expresionismo. Tras discutir las posibilidades, las contradicciones y los callejones sin salida a que llevan estas tendencias internas de la vanguardias históricas, Hans Sedlmayr muestra cómo el arte llamado «moderno» se disuelve en lo no-artístico, y concluye su análisis formulando la utopía de un arte verdaderamente moderno, más allá de ismos y escuelas. Brillante, lúcido y conciso, Sedlmayr coloca en perspectiva una época de crisis, y ofrece un diagnóstico que aun hoy permite distinguir el arte verdadero de la mera especulación estética.