Esto no es un libro, es una advertencia. Una más que se suma a otras cuantas como el desplome en la intención de voto de los grandes partidos o como el aumento en la expectativa de apoyo ciudadano por parte de partidos hasta ahora minoritarios o directamente inexistentes. Y difícilmente pasarán sin que algo importante se mueva. Aún hay partido. Pero que la política tradicional lo juegue, a estas alturas del match, no quiere decir que esté en condiciones ya de ganarlo. Aunque, es evidente, lo más absurdo sería ni siquiera intentarlo.