Beirut es una novela que se ha metido en mí, que me ha absorbido y me ha convertido en uno de sus muchos personajes –secundarios para la ciudad: sin embargo, resulta imposible concebirla sin nosotros, sus criaturas de ficción verdadera-, obligándome a merodear entre sus cubiertas, a deslizarme entre sus páginas ya escritas, aventurándome hacia las que aún permanecen sin escribir, acompañada conforme avanzo hacia el final por la misma gente que me incita a vivir.Como una novela, esto que tienen en sus manos. Con personajes reales que podrían ser ficticios y otros de ficción que considero reales, incluida yo. Licencias que me permito a cambio de todas aquellas que Beirut se ha tomado conmigo para trastocarme cuando ya me suponía encarrilada hacia un tranquilo ocaso. He organizado la narración en dos partes. La primera cuenta, en sentido temporal inverso; desde mi evacuación del Líbano hasta mi llegada como turista, aquellos días de insensatez y miedo, mezclados con mis mejores recuerdos del pasado compartido con Beirut. La segunda parte arranca con el cumplimiento de la última promesa: regresar para vivir allí el máximo tiempo posible, e ir decidiendo y escribiendo sobre la marcha. Desde la incertidumbre, desde los sobresaltos.Una guerra me dio Beirut y, cuando creía haberla perdido para siempre, otra guerra me la devolvió. La vida es muy extraña.