El 5 de diciembre de 1990 un grupo de obreros que levantaba un hotel en el centro de Buenos Aires vio cómo Jorge Sivak se lanzaba al vacío sin darles tiempo a impedirlo. Dirigente estudiantil, guerrillero urbano, abogado defensor de presos políticos, y él mismo preso político y exiliado, Jorge Sivak nunca abandonó la empresa familiar, un pequeño imperio creado gracias a la habilidad mercantil de su padre y a los fondos secretos del Partido Comunista. Quedó a cargo —sin don para los negocios— cuando su hermano mayor fue asesinado en el secuestro más sonado de la década de 1980: el Caso Sivak. Su hijo, Martín Sivak, que en el momento del suicidio tenía quince años, reconstruye una vida que brilló y se extinguió ante sus ojos.
«Un artilugio narrativo de una potencia inusual. […] Lo leí en la habitación de un hotel. Cada poco me preguntaba qué rayos hacía allí en vez de irme a comer un asado a Puerto Madero o a la Recoleta»,
Juan José Millás, Clarín.