Eily tiene dieciocho años y acaba de llegar a Londres para estudiar arte dramático. Desde una fría habitación alquilada, emplea su tiempo en clases por el día y fiestas por la noche, entre pintas de cervezas, cigarrillos, montañas de libros y algunas relaciones esporádicas con sus compañeros. Hasta que conoce a Stephen, un actor que la dobla en edad, atractivo y controlador, que carga con sus propios demonios internos. Ambos pasarán de la amistad al sexo casual y de ahí a una relación cuya intensidad amenaza con arrasarlo todo a su paso.