A principios del siglo VIII los árabes conquistaron el sur de España y elevaron a Córdoba a la cúspide de
la riqueza y del conocimiento. Córdoba era la ciudad más hermosa del mundo, en su centro resplandecía la Gran Mezquita
rodeada de preciosos jardines y fuentes saltarinas. Un día tres inquietos niños: Rashid, musulmán; Samuel, judío y
Miguel que era cristiano, jugaban y hacían travesuras en los jardines hasta que fueron llevados al Califa quien los
castigó y obligó a trabajar durante tres meses en los jardines de la Mezquita, pero esta lección los sensibilizó hacia
la belleza y significado del templo. Luego los amigos crecieron y se unieron en nombre de todos sus ciudadanos para
defender la Mezquita del nuevo rey cristiano que había decidido demolerla para, en su lugar, construir una iglesia.