Un buen día en que Alfredo piensa visitar a su abuela, se encuentra en la plaza del pueblo a un extraño vendedor. Al chocar contra su maletín, caen al suelo unos círculos negros que parecen... ¡agujeros!. Se trata de Porfirio, un científico extravagante que ha inventado la fabricación de agujeros, si bien el invento es imperfecto. Por ello se considera, en buena parte, un fracasado. El problema de tan asombroso invento es que, como siempre, cuando algo bueno cae en manos de gente malvada, puede provocar un caos social.