Como el viejo cocodrilo quería llegar al río, y
Bamako necesitaba cruzar a la otra orilla, ambos
decidieron ayudarse mutuamente.
Pero cuando el cocodrilo estaba en el agua, le
entraron unas ganas irresistibles de comerse
al niño.
De las muchas versiones que circulan por
el mundo, Iván Suárez escoge como base
un cuento recogido en Burkina Faso. Esta
historia nos recuerda que los humanos también
se equivocan, y anima a que todos nos
impliquemos desde la infancia en la protección
del planeta.