Una locomotora, convertida en la Cenicienta de un cuento de hadas, nos guía por esta hermosa alegoría sobre el mundo del tren; por caminos de hierro, por caminos de fantasía y por caminos estrechos en la Historia, circula Larita, dejando atrás de ella un gran humo de recuerdos, de aventuras y de sueños.
Este relato está basado en la historia real de la locomotora Sar (conocida por Sarita), una de las pocas locomotoras españolas que no acabó despedazada. Propiedad de John Trulock, abuelo de Camilo José Cela, se conserva hoy en la fundación del mismo nombre, en Iria Flavia.