Solo se oían los pájaros y el riachuelo que corría por el valle. En esa casa el profesor Kürbis podía dedicarse a descansar, leer, buscar nuevas estrellas con su telescopio y, algunas noches, invitar a sus amigos a cenar. Pero al cabo de unos días empezaron a pasar cosas un poco extrañas: el sofá pasta por el prado, los jerseys se convierten en ovejas, salen ramas de todos los muebles. Todos los objetos vuelven a su estado natural. El señor Kürbis está encantado con su nuevo hogar.