Cuando Thomas descubre una planta vieja y extraña
en el fondo del jardín de su abuelo, no le da mucha
importancia. Pero se lleva a casa una de sus curiosas
frutas… ¡y también el mayor susto y la mayor alegría
de su vida al ver salir de dentro a un dragón diminuto!
Y es que era una pitahaya, la planta de las frutas
del dragón, y ahora Thomas tiene su propio dragón,
Fulgor. Thomas descubre enseguida que la vida con
Fulgor es muy divertida, pero también muy… imprevisible.
Sí, los dragones son fantásticos, pero también
te prenden fuego al cepillo de dientes y te cuelgan los
calzoncillos de la antena de la tele. Thomas tiene que
aprender a cuidar de Fulgor... Este es el primer título
de una nueva serie, encantadora ¡y con mucha chispa!