Para comprender el perfil definitorio del mito neotestamentario de Cristo, y las argucias de su falsedad, la explicación que ofrece este breve escrito solamente exige buen sentido, respeto por las reglas que impone el sano razonamiento y la atenta lectura de los propios evangelios canónicos, en el contexto de la sencilla información que el autor suministra sobre la época y el medio ambiental en que se sitúan esos cuatro incoherentes relatos, una vez despojados de aditamentos eruditos o premisas dogmáticas. Esta lectura, exenta de los aberrantes prejuicios de la fe, pone de manifiesto una evidente contradicción irreductible entre el anuncio profético atribuido a la propia persona de Jesús de Nazaret y el sangriento e inesperado desenlace del que fue la víctima cruenta. Desde este trágico suceso, la fe fanática de unos pocos de sus seguidores comenzó la tarea de transformar radicalmente a un artesano galileo en el Hijo de Dios, consustancial y coeterno con el Padre, cuyo sacrificio redimiría un pecado original a fin de aplacar la cólera de un Dios vengativo e implacable. Esta absurda leyenda generó muy pronto una enigmática dogmática trinitaria que implicaba una doctrina sacrílega y blasfematoria del estricto monoteísmo bíblico, creando un abismo insondable entre cristianismo y judaísmo: el mito de Cristo.